En la era de los teléfonos con 3G, WiFi, pantallas táctiles, catribandas, cámaras de no secuantos mil megapixels y el lleva internet, tu casa, tu oficina y a tu vecino en el móvil yo me he decidido por dar un paso atrás en la tecnología y comprarme “mi linterna”. Mi linterna es el nuevo modelo básico que ha sacado Nokia, el 1661 el cual me ha sorprendido gratamente.
El aparatito en cuestión me recuerda, eso sí en color, a mi primero teléfono un Nokia y es que en sus menús aparecen exactamente las mismas opciones que antiguamente, algo más refinadas con alguna cosa a mayores pero básicamente continúa siendo lo mismo y desempeñando la función de teléfono a la perfección. Además de estas características cabe destacar la radio y como no su linterna! Que debe ser lo más curioso de este teléfono, o al menos lo que a mí me llamo más la atención.
A cuestión en realidad no es el móvil, hasta hace unos años yo era partidario de móviles de última generación que permitieran hacer auténticas virguerías aunque implicarán comprometerse con una u otra compañía, sin embargo desde la llegada de los operadores móviles virtuales y lo que parece una tendencia más que clara de los operadores tradicionales a seguir políticas de captación de nuevos clientes pero no de fidelización parece que las ofertas más interesantes para los próximos años serán aquellas que no impliquen permanencia de ningún tipo al menos para mí.
Me refiero a esto de que no se valora nada la fidelidad de los clientes, a diferencia de en otros sectores, y salta a la vista tanto por ser el sector con más denuncias de consumidores como por anécdotas que seguramente a todos nosotros nos habrán sucedido, la mía sin ir más lejos hace unas semanas, me colgaban el teléfono en una compañía de telefonía móvil porque tenía problemas para mantener una llamada más de 10 minutos y tras comprobarlo todo según ellos debía de ser un fallo que yo me inventaba u obra del Espíritu Santo.
En fin. Que vivan las nuevas alternativas, sin permanencia y que vivan de clientes satisfechos no de contratos de permanencia que te obligan a que luego los operadores al final hagan lo que les dé la gana.